Una vez que hemos alcanzado el propósito, entramos en el último tramo de la Onda Encantada, más propiamente espiritual, con el Tono 10 (Planetario) que nos indica cómo profundizar en lo que hemos logrado. El Espejo Blanco nos trae la transparencia de la visión, la percepción cabal de las cosas como son, el reflejo fiel de la correspondencia adentro-afuera.
Habiéndonos purificado sintiendo nuestras emociones más íntimas, el Espejo Blanco nos enseña a ver más allá de las apariencias, o de las interpretaciones. Ver "a través" nos permite tocar "la cosa" y unirnos a su sabiduría, de la misma forma que una gota de agua se une a otra al acercarse.
Lo cristalino del agua, de la Luna y del Espejo Blanco, nos precisa el sentir, lo define, sutilizándolo, volviéndonos más perspicaces, alentando el flujo de la regeneración; protegiéndonos de aguas enlodadas, pasadas, ya descartadas por el sabio ejercicio de discernimiento, de tomar lo nutritivo y desechar lo parasitario.
• Este Espejo está guiado por el Enlazador de Mundos Planetario, quien se especializa en soltar lo caduco, cerrando asuntos y abriendo oportunidades, dejándose llevar por la sincronía funcional al devenir circunstancial, poniéndonos a favor de la situación que nuestra vida nos esté trayendo.
• Le acompaña el Dragón Planetario, quien inicia un nuevo ciclo, mirando el porvenir con ojos limpios y frescos, ayudándonos a estar en lo que es, en lo que hay, tal como se esté dando, con observación honesta y lúcida.
• Está aprendiendo de la Estrella Planetaria, quien es capaz de transitar con belleza y elegancia los eventos más abrumadores, en tanto su armonía se debe a una inteligencia superior que está operando en medio de las turbulencias, aparentemente caóticas o desordenadas.
• Y tiene el poder de la Noche Autoexistente, quien profundiza en el misterio más oscuro, ofreciendo la abundancia de la sabiduría interior intuitiva, más aún cuando miramos hacia adentro y damos rienda suelta a la magia presente en este instante de eternidad.
