Revisamos la coherencia del proceso (Tono 8 - Galáctico) con la Noche Azul, la posibilidad del silencio, la calma y la introspección que nos develan la profunda abundancia que somos.
La Noche Azul es ese lugar oscuro, misterioso, que nos invita a escuchar a la intuición, a recibir el mensaje transpersonal. Es la fe en ese más allá; es permanecer al resguardo, acobijadxs, en lo sin nombre.
ORÁCULO DEL KIN 203
(portal de activación galáctica)
KIN GUÍA
Mano Galáctica Azul (OE Sol)
Nos orienta a materializar y accionar en base a lo que se nos revela necesario, imperioso, para sanar y cicatrizar heridas. Poner en juego nuestro deseo, ir por ello, habilita un conocimiento transformador y profundamente aliviante. Nuestra voluntad se entrega a lo pertinente, lo que tiene sentido, y desde ese 'encaje' abrimos la compuerta, se produce la apertura: amarlo todo, infinitamente, sin condición. Expresar la maestría de la vida irradiándose a sí misma.
KIN ANÁLOGO
Guerrero Galáctico Amarillo (OE Luna)
Nos acompaña a comprometernos con lo más valioso que habita en nuestro corazón. Con valentía, sostener la certeza de que nuestro camino es maravilloso, e indispensable para expandir las posibilidades y la libertad del amor. Avanzando, encontraremos maneras de ablandar corazas y fluir, integrando la sensibilidad que nos transparenta y purifica, mansamente.
KIN ANTÍPODA
Caminante del Cielo Galáctico Rojo (OE Enlazador de Mundos)
Nos desafía a aprender a registrar la intriga que nos despierta lo desconocido o inaccesible. Animándonos a explorar, recorriendo territorios nuevos, extraños, asimilaremos nuestra fortaleza más interna y espiritual, la que nos conecta con lo imposible porque descubre la sutil trama que nos asiste en lo más esencial.
KIN PODER OCULTO
Espejo Rítmico Blanco (OE Caminante del Cielo)
Nos convoca a sostener el hábito de dirigirnos hacia lo verdadero. Yendo al encuentro con lo real, ordenamos los límites que definen lo infinito de nuestro potencial. Un esquema preciso nos contiene para lanzarnos a la aventura de experimentar la raíz fundamental, cierta, del amor que desborda en las expresiones de nuestra existencia.
