La Luna Roja es la invitación a "sentirnos" bien (más que a sentirnos "bien"). Hay una gran diferencia entre una cosa y la otra. Tener la expectativa de sentirnos "bien" puede llevarnos a tomar decisiones atinadas, pero a veces, puede traer presión por lograr resultados sobreexigentes, con la frustración y el auto-rechazo que conlleva (sentirnos falladxs, inadecuadxs, no merecedorxs).
La belleza de la energía de la Luna, que también es el Agua, es ser transparentes, ser lo que somos. Lo genuino, auténtico, de nuestro sentir y parecer. Es la base más importante para registrar nuestros límites y necesidades. Para poder pedir, acordar o rechazar determinadas circunstancias. Es fundamental para cuidarnos y respetarnos.
Somos hermosxs, dignxs, suficientes, abundantes y admirables al ser sensibles, sintientes, afectables.
Hay una belleza extática en nuestra capacidad de conmovernos.
• Esta Luna está guiada por ella misma, resaltando la importancia de sostener lo propio, lo único, lo fértil y profundo del mundo emocional.
• La acompaña el Perro Magnético, quien le recuerda, sobretodo, el amor propio y la lealtad hacia sí mismx. También apoya la conexión con seres queridos que son refugio.
• Está aprendiendo de la Tormenta Magnética, que la sacude con intensidad, cambios bruscos, dolores que resultan insoportables y que, al mismo tiempo, remueve tan, tan, tan, tan profundo que posibilita liberar lo estancado, ampliando el flujo vital.
• Y tiene el poder del Humano Cósmico. La honestidad con el propio registro sensible nos hace conscientes y por lo tanto, más libres. Ser nosotrxs mismxs nos ubica en el lugar del universo que nos pertenece y nos hace brillar.
